El pasado domingo nos levantamos dispuestos a afrontar una nueva marcha correspondiente al III circuito de rutas de la Diputación de Salamanca. A pesar de que el sábado se caracterizó por el fuerte viento y las lluvias de la noche, la jornada amaneció tranquila, sin viento y con el cielo despejado; la temperatura, más acorde a la época en que nos encontramos que los días anteriores, era más bien baja a primera hora pero con el paso de las horas el sol comenzaba a calentar poco a poco sin llegar a agobiar, lo que dejó un día perfecto para disfrutar de los caminos, sendas y pistas que nos llevarían entre diferentes bosques de castaños, robles y pinos y en muchos tramos sobre una auténtica alfombra de hojas caídas de los árboles desde Béjar a Granadilla. Y es que la ruta en sí es bonita, pero el otoño la tiñe de tal cantidad de colores y tonalidades que hace que sea un espectáculo la visión de los amplios paisajes, divisando desde ciertos puntos todos los pueblos y picos de la Sierra de Béjar que hemos dejado atrás para dar paso a medida que avanzamos a una panorámica del embalse de Gabriel y Galán, en cuya orilla se encuentra Granadilla, nuestro destino final.
Es justo mencionar que el C.D. El Trampal está consiguiendo que cada vez acudan más bikers a estas marchas, acercándonos al centenar e incluso superándolo en algunas ocasiones, con recorridos asequibles técnicamente hablando para la mayoría de la gente, lo que poco a poco va creando afición en ciclistas que no eran asiduos a este tipo de salidas, aunque manteniendo unas distancias que exigen un mínimo de forma física para afrontarlos con garantías.
Por nuestra parte hicimos acto de presencia Leire, que poco a poco se irá quitando los nervios previos a la marcha; Leticia, esta vez y a diferencia de la marcha de Miranda del Castañar menos agarrotada y más tranquila, y Yiyi junto con la chiquillería que movilizan; Roberto, que se deja ver muy de cuando en cuando; y los habituales, Paco, Antonio, Alex, Mario, Iván y la cameleónica Sandra que cualquier día nos cruzamos por la calle y no la reconocemos.
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