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7 de marzo de 2010

El Árbol de las Risas

Por fin el tiempo nos ha permitido plantar los árboles. La idea fue de nuestro socio y amigo Fernando Villares que se ocupó de reunir quince arbolitos entre castaños y robles para que cada niño de la escuela pudiese tener el suyo propio. Los plantaríamos en el Outzone Park para llevarlos después al monte, a final de año, o cuando sea conveniente, y así repoblar un poquito nuestros bosques.
La planta empezó con Sandra contando a los niños el cuento "El Árbol de las Risas" para que entendieran porqué tenemos que cuidar los árboles y la naturaleza, y porqué luego vamos a llevarlos a la montaña. El cuento lo redactó Rosabel, que aunque no pudo estar con nosotros ese día, aportó su gran granito de arena.
Después empezó la planta. Se repartieron los árboles, para unos castaños y para otros robles (o bellotos, como los llama Jesús). Los plantaron ellos mismos y los etiquetaron con su nombre y altura del retoño para seguir su crecimiento. Después también plantaron castañas, bellotas, alubias...
Lo pasamos genial y todos los niños tienen su propio arbolito que tendrán que regar y cuidar todas las semanas. Los niños que no pudieron asistir también tienen el suyo, y podrán ponerle su etiqueta la próxima vez que vengan. Noa reservó un arbolito para Marta, y Aaron y Kevin otro para Daniel.

Podéis ver todas las fotos en la sección Fotos TRIAL.




Aquí os dejo el cuento:

EL ÁRBOL DE LAS RISAS
Hace muchos, muchos años, aquí mismo, en Béjar, en nuestro Outzone Park, justo aquí, donde ahora vamos a plantar nuestros árboles, había un árbol con hojas grandes, pequeñas, medianas, verdes, rojas amarillas y de muchos más colores.
No sólo era grande y bonito, sino que regalaba sonrisas a todas las personas que a él se acercaban.
Cada vez que alguien se sentía un poquito triste, venía hasta aquí, al lado del árbol, y en ese mismo instante empezaba a reír a carcajadas. Para los niños y las niñas de Béjar, era un amigo más; todos esperaban que llegara la tarde, a la salida del colegio, para poder ir a jugar junto a él. Trepaban por sus ramas, le cantaban canciones, se tumbaban en su sombra, y sobre todo, se divertían mucho a su lado.
Una noche, el señor Saturnino, ¡si hombre!, ese que vivía al lado de la tienda de chuches del parque, el Fresas, vino hasta el Outzone Park, miró para todos los lados, se fijó que no hubiese nadie y se acercó sigilosamente al árbol. Era un hombre muy malo y serio, y no le gustaba nada que las personas que vivían a su alrededor estuvieran alegres. Entonces, empezó a arrancarle las coloridas hojas al árbol, a darle patadas a su tronco, con toda la ira que pudo…
El pobre árbol empezó a reír cada vez menos… hasta dejarlo de hacer por completo. Y cuando ya no reía, el señor Saturnino se fue satisfecho de nuevo a su casa.
A la mañana siguiente el árbol amaneció enfermo, casi muerto. Las gentes de Béjar, sobre todo los niños y niñas, se pusieron muy tristes cuando lo vieron, y la risa desapareció de sus caras. Entre ellos se miraban y se preguntaban: ¿qué le habrá pasado? ¿quién le habrá hecho esto?.
Se pusieron a juntar todas sus hojas, a cuidarlo, a regarlo, pero el árbol seguía igual.
Hasta que un día, decidieron que la forma de curarlo sería darle lo mismo que él siempre les había dado: risas y alegrías. Y así lo hicieron. Se juntaron todos, unieron las manos en un círculo alrededor del árbol y empezaron a reír. Rieron cada vez más fuerte, tan fuerte que hasta la tierra comenzó a vibrar. 
El árbol empezó a tomar vida, le volvieron a salir sus coloridas hojas, y con ellas, su alegría. Empezó riéndose bajito, casi no se le oía, pero terminó riéndose tan alto, que hasta contagió al Sol. Comenzaron a crecer muchas y muchas flores a su alrededor y se formó un arcoíris, el más bonito que nadie había visto hasta entonces.
La risa contagió a todas las personas que vivían en Béjar y en los pueblos de alrededor como Candelario, Navacarros, Valdesangil. Llegaron incluso a la casa del señor Saturnino, y sin darse cuenta, de sus labios comenzaron a salir risas, comenzó a ser feliz, a disfrutar de la felicidad de los demás, y también a hacer feliz a todas las personas que tenía a su alrededor.
Y colorín colorado… este cuento se ha acabado.


IM.

7 comentarios:

  1. Eso es educar e inculcar valores.
    Seguid así; vais por el buen camino.

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  2. ese texto de donde te lo as sacao salao???.... de sandra no??? si la ke es profe es profe aunke sea de plastica jajajaja

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  3. Charly... tienes razón, la que es profe es profe, y el que es alumno empanao es alumno empanao. Anda "pinpín" lee de nuevo la entrada y sabrás quién lo ha escrito!

    With love, Iván.

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  4. jajajaja...el kuentito mola...

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  5. YA SE QUE QUE EL CUENTO ES PARA LOS NIÑOS ,PERO ESTE ME GUSTA HASTA PARA MI .PODRÁ SER LA HISTORIA DE CUALQUIER PELI DE DISNEY. MA GUSTAO.

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  6. yo no estoy empanao estoy rebozao jejeje

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  7. Charly, tú lo que eres es un guaperas!!!!!

    Jejeje...

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