COMPRA TU CAMISETA

26 de agosto de 2010

De la Covatilla al Travieso

Otra vuelta digna de mención. En esta ocasión acompañado de Oscar, que tenía visto un camino que asciende desde la Estación de esquí de La Covatilla, por fuera de pista y ofreciéndonos unas impresionantes vistas de La Cardosa.
Después de la jornada de trabajo y tras una comida ligera pero rica en hidratos en previsión del desgaste a realizar me puse en marcha para ir a recoger a mi compañero de ruta. A eso de las 15:30 h, en plena ola de calor, cogimos el GR10 hasta alcanzar la carretera de acceso a la estación de esquí. Esta vez, al llegar al aparcamiento, ascendimos por un sendero paralelo a las pistas hasta la zona alta de la estación, junto al Canchal Negro, donde cogimos la cuerda que lleva al Calvitero y abandonarla un poco antes de alcanzar este pico para descender hacia el aparcamiento del El Travieso.
Justo al comenzar el descenso nos encontramos con un grupo de chavales que subían para pasar la noche en las lagunas, y era divertido ver las caras de asombro con que nos miraban y nos preguntaban cómo habíamos llegado hasta allí arriba con las bicis; nuestra respuesta siempre la misma: pedaleando, por supuesto (hay que farolear un poco, pues parte del ascenso hubo que hacerlo a pie).
El camino de descenso muy técnico, con una parte inicial más complicada con mucha piedra suelta aunque ciclable en su mayoría. Una vez que alcanzamos la fuente del Travieso se pudo hacer todo el descenso sobre la bici, disfrutando a tope hasta alcanzar el aparcamiento donde termina la carretera que asciende desde Candelario. El descenso al pueblo lo hicimos por la mencionada carretera, en parte por la hora y en parte por el cansancio acumulado, pero para futuras ocasiones, con más tiempo, podremos bajar hasta Candelario por sendero ya que el camino existe y lo conocemos.


MGJ.

18 de agosto de 2010

Laguna del Barco

Ayer, martes por la tarde, 4 outzone (Paco, Antonio, Sandra y el que escribe) y 1 guía (Oscar) nos acercamos a La Laguna del Barco. Para ello nos dirigimos en coche hasta el pueblo de Umbría y ascendimos el puerto hasta el aparcamiento en lo alto, en La Erilla, donde cogimos las bicis y comenzamos el ascenso hasta la misma laguna.
Una ruta impresionante, con grandes paisajes y con diferentes tipos de terreno: buena pista, caminos empedrados, zonas técnicas de pequeña piedra suelta, grandes canchales, hierba que dificulta el avance... un reto donde cada uno se esfuerza por superarse a sí mismo en las zonas más técnicas y fijándose en el resto de la gente para intentar aprender todo lo posible: trazadas, técnica...
Así, con calma, disfrutando del trazado y de los paisajes y haciendo un sinfín de fotos llegamos tras 2 horas de pedaleo a la laguna, y tras un breve período de descanso nos abrigamos un poco y comenzamos el descenso, ya con menos paradas para evitar que se nos echase la noche encima (aunque al final nos sobró mucho tiempo, pues la vuelta la hicimos en la mitad de tiempo). El camino de vuelta por el mismo sitio que el de ascenso, disfrutando ahora de los descensos pedregosos que antes se nos atragantaban en sentido inverso.
Finalmente, y tran un último tramo rápido por pista, llegamos al parking donde habíamos dejado los coches para emprender el camino de vuelta con un buen sabor de boca.
(Descárgate el track).

MGJ.

15 de agosto de 2010

Descenso desde la Peña Alaíz

Sábado por la tarde; tras una comida ligera y un tiempo de reposo me dispongo a emprender una nueva ruta. Entre semana Roberto y yo hemos hecho el recorrido de ascenso hasta la Peña Alaíz andando para reconocer el terreno y ver si es ciclable en sentido descenso; la impresión fue positiva, así que me he decidido a intentarlo. La idea es subir hasta La Covatilla para descender del modo más directo que hay, siguiendo los hitos desde la mencionada Peña, donde se encuentra una estatua en metal de la Virgen Mª Auxiliadora visible desde prácticamente cualquier punto de la comarca.
Después de preparar el equipo me dispongo a partir, dirigiéndome inicialmente a Palomares por el camino de El Bosque para seguidamente coger el GR10 hasta la carretera de acceso a la estación de esquí. Me lo tomo con calma, pues el ascenso es duro.
Una vez en la mencionada carretera, aunque por asfalto, el ascenso es duro; no tanto por el calor que aguanto bien como por el lastre de la bici, a la cual he hecho recientemente ciertas mejoras con las que he optimizado el rendimiento pero que han supuesto un aumento de peso. 
Las rampas son duras, sobre todo las iniciales, así que lo mejor es no pensar en lo que se me viene encima; para ello lo mejor es evadirse y pensar en otra cosa. Cada uno tiene su método, y el mío es contar: comienzo por 1 hasta 100 y vuelta a empezar; ¿raro? tal vez, pero me funciona.
1, 2, 3, ... 100.
1, 2, 3, ... 44, 45, 46 y pierdo la cuenta. Algo me ha distraído: es una mariposa que me ha adelantado y la ráfaga de viento que ha generado me ha hecho perder la línea recta (es la demostración de lo que me está costando subir, aparte de la camisa totalmente empapada de sudor).
1, 2, 3, ...
Más arriba sopla más viento y pienso que tal vez sea por el batir de las alas de la mariposa de antes, lo que me hace pensar en la teoría del kaos, sí esa que dice que un batir de alas de una mariposa puede acabar provocando un huracán en China.
1, 2, 3, ... sigo subiendo.
De repente noto que se suaviza la pendiente y meto algo más de desarrollo, hasta que nuevamente comienza a endurecerse el ascenso. Ahora me parece oír a Iván: "aprovecha la inercia"; lo intento, pero la misma sólo me dura 4 o 5 metros, así que de nuevo a sufrir.
1, 2, 3, ...
Por fin llego arriba entre desvaríos mentales y secuencias numéricas, dejo el asfalto y me dirigo por un prado entre escobas hasta la misma Virgen, donde aprovecho para tomar un gel y reponer fuerzas antes de comenzar el descenso.
Pienso que a partir de ahora la dificultad será principalmente técnica, pero el tiempo y los kilómetros me demostrarán que la exigencia física seguirá siendo alta, sobre todo para los brazos.
Me dirijo inicialmente al Colorino entre escobas y piedras por un sendero estrecho de no más de 50 cm y con mucha pendiente, siempre sujetando la bici con los frenos. Algún tramo debo hacerlo a pie.
Desde el Colorino el desnivel es algo menor, y aunque la senda está algo más despejada sigo encontrando escobas en medio de mi trayectoria y alguna que otra lancha de piedra, ahora más grandes y con bordes cortantes que en algún momento me resulta complicado esquivar.
El cansancio va haciendo mella, los brazos y las manos se resienten hasta el punto que me resulta imposible frenar y me "como" alguna curva. Tengo que tomar algún descanso de vez en cuando, y algún pequeño tramo lo hago a pie.
De repente atravieso una alambrada y entro en una zona boscosa. El sendero se vuelve más pedregoso, y me resulta un poco frustrante no poder disfrutar más de él por el cansancio acumulado; de hecho en alguna parada hacen amago de aparecer calambres en la zona posterior de los muslos.
Los últimos metros los hago andando, no me fío de poder frenar la bici según llevo las manos de doloridas, pero no son más de 15 o 20 metros. Por fin alcanzo la pista que lleva a la Garganta del Oso desde la carretera que une Candelario y Navacarros; la cojo en sentido descenso, hasta la mencionada carretera, y desde aquí por la Calleja de las Víboras a "Los Pinos" y finalmente a casa.
Ha sido una ruta dura y exigente pero que me ha dejado muy buen sabor de boca, aparte de la idea de hacerme con unas espinilleras: estoy cansado de volver a casa lleno de raspones y arañazos.

MGJ.