Durante los metros iniciales cambiamos parte de la ruta y seguimos llegando a La Centena, pero ahora en lugar de seguir en dirección a Cantagallo por el camino habitual nos desviamos y subimos a la Fuente del Lobo para después coger un camino que sale junto a un repetidor de telefónica y nos va a llevar al Mirador de La Francesita. El paraje es espectacular, divisándose desde el mismo y por encima de las copas de los castaños llenos de erizos el viaducto que cruza el Tranco del Diablo y todo el valle de Sangusín. Seguimos por el sendero, estrecho y con algunas ramas y pequeños troncos caídos en medio del mismo que vamos apartando, pero en líneas generales está en bastante buen estado. En un momento dado cruzamos una portilla a la derecha y comenzamos un descenso muy divertido por una senda que se encuentra limpia, en constante bajada y que nos hace disfrutar al máximo hasta desembocar al camino que inicialmente teníamos en mente y que viene desde La Centena hasta la pista que nos subirá a Peña Negra.
Ya en la mencionada pista nos espera lo más duro dela jornada, un ascenso por rampas que llegan a alcanzar el 25% de desnivel y que nos hacen sacar todo lo que llevamos dentro, alcanzando la cima exhaustos y desperdigados. Aquí nos está esperando Leire, que ha salido más tarde y ha ido a nuestro encuentro por la cara Sur de Peña Negra, por la cola del pantano.
Comenzamos el descenso hacia la Peña de La Cruz por el camino antiguo, que está bastante cerrado pero es ciclable (al menos para nosotros), y donde nos esperan Sandra y un par de cervezas. Después del descanso comenzamos el regreso a casa, unos por el Camino de Los Registros y otros por el de La Cruz del Peladillo para juntarnos justo antes de llegar a Llano Alto y bajar por todos los atajos hasta Béjar.
Ha sido una jornada dura pero muy bonita, con una ruta bastante endurera que nos ha hecho disfrutar al máximo de la sierra.
MGJ.
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