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9 de noviembre de 2015

Hurdes, subida a Bolla Chica

Miro el track que me ha pasado Iván; la ruta es corta, unos 25 km, y tiene su inicio y fin en Castillo, alquería de Pinofranqueado en las Hurdes. Aunque no hemos hecho muhas rutas por este valle en concreto sí es una zona que había estudiado en el mapa buscando posibles escapadas y en el track aparecen algunos senderos que recuerdo haber apuntado mentalmente.

Salimos Paco y yo temprano hacia Castillo, donde nos esperan Iván y Sandra; el día ha amanecido despejado, luce el sol y la temperatura es agradable. Las perspectivas no pueden ser mejores. Durante el trayecto he ido haciendo memoria y recuerdo una o dos salidas por la zona, aunque hace ya tiempo, además de reconocer algún punto de inicio de ruta.

Después de poco más de 1 hora de viaje nos ponemos en marcha; seguiremos el track en sentido inverso a como está diseñado, primero por sendero en el que es complicado mantenerse sobre la bici en ciertos momentos por lo resbaladiza que está la piedra del firme a esa hora de la mañana. Al desembocar a la pista la cosa cambia.

Inicialmente el ascenso es cómodo, pero pronto comenzará a empinarse de manera espectacular; un vistazo al track sólo nos confirma lo que ven nuestros ojos, que el avance es prácticamente perpendicular a las líneas de nivel. Si me siento más adelantado en el sillín me salgo, el torso inclinado hacia adelante hasta casi tocar el manillar con la nariz y ni por esas... si levanto la vista surgen dudas sobre si seré capaz o no, así que poco a poco. Da la impresión que algo o alguien me tira de los hombros hacia atrás queriéndome hacer caer de espaldas, es la señora gravedad que se hace notar. Quiero tener algún diente más en los piñones y alguno menos en los platos, pero creo que me daría igual.

Llegados a un punto marcado en el track nos deleitamos con las vistas de Erías a nuestros pies y todo el valle de Esperabán, justo antes de entrar en el lado oscuro; sí, literalmente, cambiamos de ladera y el sol desaparece, baja la temperatura y aunque el desnivel no es tan exagerado tampoco es suave. Al menos tenemos a la vista el fin de la subida, o eso parece; cuando alcanzamos la cuerda de la sierra, que hace de frontera natural entre las provincias de Salamanca y Cáceres, giramos a la derecha hacia Bolla Chica, el punto más alto de nuestra ruta. Ahora no hay obstáculos naturales para el sol, pero sopla el viento con fuerza y es frío. Un último rampón antes de la cima, una corta parada para comer y abrigarnos y comenzamos a descender por un tramo de pendiente pronunciada, firme irregular y lleno de piedra suelta; entre el desnivel y el viento que tiende a desestabilizarme no bajo todo lo agusto que quisiera.

Una nueva subida, la última, antes de afrontar el descenso final por un sendero medio oculto que sale a la derecha de nuestro camino. Es divertido, estrecho pero relativamente despejado. Vemos unas aves que tienen su nido unos pocos cientos de metros delante de nuestros ojos, sobre un árbol. Levantan el vuelo y planean sobre nuestras cabezas: uno de ellos es un buitre seguro, los otros dos no estamos seguros de que sean buitres o águilas (no lo apreciamos bien).

Seguimos bajando por el sendero que poco más adelante se convertirá en un camino empedrado como tantos otros que hemos bajado por las Hurdes. Cruzamos el arroyo del Paselito que más abajo se convertirá en el río Esperabán. Las aguas son cristalinas, el discurrir del río ensordecedor por momentos y podemos divisar diversas pozas, pequeños saltos de agua... impresiona.

Llegamos a Erías y ya sólo nos quedan unos pocos kilómetros hasta Castillo; inicialmente cogemos una pista que indica hacia esta población pero pronto damos la vuelta para retomar el track; paralelos al río que cruzaremos más adelante en las pequeñas subidas que encontramos las piernas se muestran doloridas, resentidas por el esfuerzo al que han sido sometidas durante toda la mañana. Un par de paradas para ver unos petroglifos (antiguos grabados en la roca) debidamente señalizados e interpretados antes de terminar la ruta en el mismo punto donde la iniciamos casi 5 horas antes. Nos hemos ganado la comida.

Las fotos de la ruta pinchando en este enlace o en el menú de la derecha.




MGJ.

2 de noviembre de 2015

Un domingo más... o no?

Serán los colores del otoño que inundan la sierra de multitud de tonalidades, o el contraste climatológico respecto a los 2 últimos días en los que he vuelto a casa empapado... algo tuvo la ruta de ayer domingo que no sé identificar pero que la hizo especial.

Amanece la jornada con buenas perspectivas: ausencia de viento, buena temperatura para la época del año en que nos encontramos y el sol que nos acompaña a ratos; la hora de reunión son las 10 de la mañana (no somos madrugadores) y una vez reunidos todos los que saldremos toca lo de siempre: decidir la ruta a hacer. Unos minutos de deliberación y nos decidimos a subir al Cancho de la Muela para bajar por el cortafuegos.

Una subida constante, en la parte final al abrigo del bosque y pronunciada para afrontar un descenso por una vertiente que no habíamos probado hasta hace unos meses, divertido y con algún tramo con "chicha" para enlazar en la parte final con la bajada tradicional, otro cortafuegos que nos deja en el punto de inicio de la ascensión.

Continuamos con otro descenso, esta vez empedrado, que nos ha de bajar desde la presa hasta Puente Nueva, paraje donde la gente suele ir a bañarse en verano y a pasear durante todo el año. A partir de aquí debo abandonar el grupo porque se me ha hecho tarde y me pierdo otras dos bajadas, cortas pero que me encantan.

Sigo sin explicarme por qué ha sido especial la jornada, qué la hace diferente del resto...la compañía, el ambiente de amistad, el tiempo, los colores de la sierra? Tal vez todo.


MGJ.